Aristóteles, en su “Política”, decía que “El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad”.

Me encontré con Aristóteles en una etapa tardía de mi vida. Me apetecía profundizar en su estilo de pensamiento y me encontré con unas cuantas sorpresas. Desde entonces no pude volver a verlo como la figura de referencia que tantos idolatran, y trato de evitar citarle siempre que puedo.

Por mucho que me interesaban sus reflexiones, cada vez que aparecían referencias a las mujeres, a los esclavos, e incluso a los animales, mi yo racional no podía evitar sentir cierto rechazo. Y eso que me obligo normalmente a ponerme en contexto, a intentar comprender por qué se dicen determinadas cosas en determinados momentos, con unas condiciones que evidentemente son muy distintas a las que yo vivo en el momento de leerlas. Pero me cuesta, debo reconocer que me cuesta, por mucho que quiera ponerme en ese lugar.

Es lo que tiene leer determinadas cosas cuando ya has alcanzado cierto grado de experiencia en ética y moral. Y para qué negarlo, cuando te has hecho mayor.

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