Las mujeres, las grandes olvidadas de una reducción histórica del paro: ya son el 58% de los desempleados”

https://www.elespanol.com/invertia/economia/empleo/20210603/mujeres-grandes-olvidadas-reduccion-historica-paro-desempleados/585942887_0.html

La noticia pone sobre la mesa una realidad que no podemos negar: son las mujeres las que tienen más dificultades para recuperar una actividad cuando hay una crisis.

Este asunto parece no tener una solución, ni sencilla, ni rápida, y que las políticas realizadas hasta el momento para intentar mejorar las cifras de empleo a base de impulso normativo, no están teniendo el resultado que esperaban.

Quizá sea el momento de dejar que sean las empresas las que, de forma voluntaria y proactiva, pongan en marcha las medidas apropiadas para contratar las personas más adecuadas para los puestos, independientemente de su sexo, género, o identidad. 

¿Quiere decir esto que debemos dejar que se sigan produciendo desigualdades y discriminaciones? En absoluto. El deber de las políticas de gobierno es tratar de crear el marco apropiado para evitar que esas situaciones se produzcan, cumpliendo con el deber normativo, social, y moral, de tratar a todas las personas por igual, y de intentar que todas tengan las mismas oportunidades.

Pero quizá la manera de intentar hacerlo, obligando a las empresas a tomar determinadas medidas que han demostrado no ser efectivas, sea un camino que hay que abandonar, y cuanto antes, para evitar caer en situaciones de abuso de poder, e incluso discriminar negativamente a personas que podrían ser aptas para un puesto, solamente por el hecho de tener que cubrir una determinada cuota artificialmente creada.

¿Qué podríamos hacer? En mi opinión la base de todo está en informar, difundir, y concienciar, más que obligar por normativa a crear determinadas conciliaciones que, ni son eficientes, ni son realistas, ni se pueden adaptar a todos los casos.

Un cambio social tan profundo e importante como este debe venir desde abajo, desde los propios implicados. La concienciación es imprescindible. El poner sobre la mesa el diálogo y el debate con los actores, es fundamental. El demostrar con hechos las ventajas que tiene la diversidad y la igualdad en el puesto de trabajo, es un argumento demoledor. Pero todo esto no se consigue de la noche a la mañana. Debemos ser constantes en la tarea, tratar de formar en igualdad desde las etapas más tempranas de la educación, y tratar de adaptarnos a la formación en los diferentes estratos de la sociedad. Pero sobre todo, debemos ser realistas. Hay personas que por mucho que les informemos no van a cambiar de opinión, y no va a servir de mucho forzarles a tomar decisiones acerca de la contratación en sus empresas. Si no es de la mano del diálogo y la comprensión, me temo que poco vamos a conseguir.

Pero sobre todo, obligar, en este caso, me parece muy mala idea, y menos en determinadas condiciones.

Admito que puedo estar equivocado, pero la experiencia me ha demostrado que por la fuerza se consiguen muchas menos cosas que con el diálogo.


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